-Que la paz sea contigo-
me dijo alguien que me ama
simplemente con fraternal cariño.
Piadosa yo pensé reflexionando:
¿Cómo será posible este milagro,
si el corazón es él, y él está lejos,
y el alma ruge en su prisión sin rejas?
¡Oh, Señor!, ¡Oh, Dios!, ¡Oh, la Fuerza Mayor!,
que hace del mundo su milagro perenne:
¿Por qué el pensamiento siendo libre,
y sutil, y fantástico, y sin forma,
está atado a su psique sin remedio
robándome la paz del corazón?
¡Oh, Señor, ¡Oh, Dios!, ¡Oh, la Fuerza Mayor:
Escucha compasivo el deseo de mi hermano
y dadme por piedad la paz que ansío!